Largas noches de espera hechas voz. Dos figuras sin definir hechas grito y quince días de distancia en el aire. Cuando la espera acabó vencieron al color negro de sus sombras lamiendo el dulce de sus pieles.
Abrieron las puertas para evitar el calor y dejaron entrar al viento que refresca cuando el amor cansa. Esos cuerpos inseparables serían pellejos luego. Y también cenizas echadas al mar. Quizás sus hijos se encargarían de esparcirlas por el puerto. Desearon en silencio aguantar la vida juntos y burlarla a escondidas, pasando el verano abrazados. Vencieron al tiempo, al ruido de los vecinos por la mañana y al no saber de los días. Él y ella, igual de perdidos. Serían pellejos luego, es cierto. Historias agradables de un pasado lejano.
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Veinte minutos más. Si pudiera escaparía.
Buscaría descalzo el camino hasta ella para empezar a perderlo todo: el viaje, las promesas, la expectativa de una vida lejos de esta ciudad que es suya y del bullicio sucio que tanto los espanta. El avión que no se mueve y la presión que lo mata. El deseo moliéndolo adentro, donde no hay nada. Si pudiera escaparía. Correría el pasadizo y lo olvidaría todo: lo que pasó y no fue, lo que pudo ser y no será nunca, los domingos soleados con su voz y la suavidad de su piel cuando se dejaba tocar. Pasa el tiempo y sabe que si pudiera, abrazaría su amor y su ansiedad, pediría perdón a los demás y les contaría... esas palabras duras que decían, la manera animal en que se olían y el eterno deseo de no tener que perderse nunca. Tres minutos mas. Escribe sus notas al viento temiendo a la muerte, retando al silencio y deseando correr hasta ella como quien busca el sol para no tener frío. Ignoraría el reclamo del éxito y abortaría sus sueños. Piensa lento. El motor se enciende. Ya no hay tiempo. Lo perdería todo. Huele a desastre sin ella. Si pudiera escaparía, pero no le pertenece. Desde el aire la desea. En el cielo le teme. A veces no tengo fuerza.
El recuerdo de tu voz sorprendida y esa duda que rechina entre tus dientes cuando preguntas "¡¿Qué quieres?!" como si no lo tuviera todo en tus ojos: el frío del invierno amenazante y la luz de la tarde que es nostalgia en la tierra. A veces no tengo fuerza y me cuesta contarlo. Y en la noche que vibra y en el día que calma, invoco al mar que te extraño. Canto a la dama siniestra canciones de desengaño, cuento la historia oscura, lloro a la muerte y lluevo a la vida. ¡Tu vida! A veces no tengo fuerza y prefiero negarlo. Absorbida por el poder de la niña dura, que espantada por el viento, se mira en un espejo roto. Me posee el viejo ímpetu de la desesperación y con la crueldad bañada en rojo, me entrego a un espacio infinito de mágica irrealidad. Como una bala entre los ojos es el miedo
Como todas esas palabras que mi mente crea Y mi cuerpo prefiere no contar No por privacidad Ni por arrogancia Sino por pereza Como una bala que arranca la piel y el sentido Que pica Que rompe Que inquieta Como todo eso que suena a mi alrededor y mi mente prefiere no escuchar Como un golpe inesperado en el punto justo Donde acaba el hoy Y la vida se acorta Donde el deseo sonríe Y ante la duda Nace la confianza Como una bala que llega A través de un espejo que imita mi voz sin grito Y pide una oportunidad Como todas esas rosas blancas marchitas Como todas esas noches de soledad, contigo. |
autoraTextos cortos, prosa poética y poesía. Archivos
April 2024
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