Dos grados calientan mi casa.
Despierto antes de tiempo y recuerdo la pesadilla. Me desorientan las voces que contienen tus palabras, repitiéndose a todas horas. A pesar del silencio, todo está desordenado. Despierto antes de tiempo e imagino la escena: la caótica ciudad, llena de gente sin nombre, se alza con edificios. Todo es sucio y nada encaja Todos cruzan avenidas a la vez Todos llaman la atención con sus bocinas y yo no escucho nada. Soy una continua creación de imágenes insonoras. Tus voces me nublan y me trastornan me despiertan antes de tiempo y me vuelven susceptible. Solo vuelves de vez en cuando y lo poco que me dices, retumba dulce y ronco una y mil veces en mí. 03/02/09
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Hoy te escribí un grito desesperado.
Y me contestaste como la chica de Cementerio Club. Mi respuesta fue una promesa que jamás podré cumplir, por querer ser amenaza. Un segundo de diferencia, me defendí y creí ganar pero la sangre ya había teñido el suelo. No se puede entender tanto desastre consecutivo. La gracia divina se ensañó conmigo Mientras yo miro al sur, tu estás en su balcón. Eres la chica de la canción frío como el hielo, tenebroso y palpitante. Misterioso y fantasmal. Lejano por imposible. Mi cabeza dando vueltas, mis ojos abriendo y cerrando instantes.
El tiempo medido en el alma puesta en cada movimiento y la esencia de cada imagen tomada, que es un soplo de vida extinto; como una llama encendida que a veces parece ida, pero incluso quieta, arde. Si viviera en el mar, mi cuerpo sería aire y mis pensamientos peces.
Mi alma cabalgaría las olas y contaría sus gotas. El tiempo se pararía en la luna y el sol me contaría sus penas. Seríamos uno en el mundo. Si viviera en el cielo, mi cuerpo sería agua y mis emociones aves, Mi alma flotaría en las nubes y disfrutaría en la lluvia. El tiempo moriría en el campo y el viento amasaría mis dudas. Seríamos uno en el mundo, seríamos nada. Si viviera en la tierra, mi cuerpo sería arena y mis sentimientos flores, mi alma rodaría en la hierba y descansaría en el río. El tiempo acabaría encerrado y el fuego abrasaría el dolor. Seríamos uno en el mundo, seríamos nada, seríamos libres. La rapidez del tiempo choca contra su piel sin golpearlo; se acerca hacia él penetrando cada uno de sus poros, hasta llenar de a pocos todos los espacios vacíos de su humilde humanidad.
Es entonces cuando deja de tener sentido lo que parecía sensato y vuelve la imagen del desierto en la que él, un solitario paseante, acepta luchar contra el viento. Mil tormentas de arena recorrerán su voz y cuartearán su piel, pero... ¿en qué momento perderá de vista el rumbo? ¿en qué lugar del cielo se meterá el despistado? Fue en el azul más correcto donde su mirada encontró algo: la belleza absoluta de un espacio oculto entre tinieblas, donde todas las corrientes le atraviesan sin hacerle daño. Mi alma brilla y mi mente vibra.
Mi cielo gris se siente bello escondiendo al sol (Solo para mi) Mi agua silenciosa no choca contra el suelo, sino que lo acaricia. Y mientras los dulces buscan a sus dioses entre la nube y sus gotas, mientras la calle y el poste se empapan de tierra, mientras la luz se apaga y la vida se enciende... mi alma brilla. Mi mar violento se calma buscando a la luna. (Solo para mi) Mi lento caminar se desespera y mientras las flores nacen, aman y mueren. Mientras el barro ensucia mi piel ardiente, mientras el viento sopla y las letras borra, mi alma brilla. Mi amor se agota y se busca entre lenguas y manos. Mis hojas caen cubriendo el pasto. Y mientras las horas van y las voces pasan, mi lucha encuentra cada vez menos rivales. Mientras el fuego arde y el río enfría, mientras la madre canta y la niña duerme... mi alma brilla. Brilla solo para mi. Las manos del pianista que nunca aprendió a tocar y la voz del cantante que no enamora a la actriz, se unen en la agridulce palabra del farsante.
Dulce mentira la suya… “ardida batalla de gigantes sobre la tierra seca de un mundo que se quedó muy pequeño” La mirada llena de vida de la mujer que no sabe amar y la palabra vacía del amante sin maneras. El sabor de la comida del pobre y la sucia humanidad del libre. Son los artistas del juego más lento que se haya visto en la isla; protagonistas de las comedias contadas por la boca del farsante. La elevada sensación de estar curado, que se esfuma cuando el viento sopla suave y una brisa limitante en la espalda del preso. Los caminos inventados del enfermo y la innecesaria perfección muscular del común. Son básicas figuras del relato más corto jamás contado. Obras completas en reventa y la más pura expresión del farsante. El farsante. El único escritor que, con sus historias, me acaba. El sentimiento de juventud en mi cuerpo cuando giro mi vida a un lado para empezar a contar verdades
y el aire de una ciudad más limpia que mi recuerdo, son las cosas que me hacen eterna. Son las horas vacías esperando un desenlace y la lucha de la razón y la dicha completando espacios en paredes coral. Es la voz de la soledad sentada en vano en tierras desconocidas y la lucidez del perdido que llama sin tener respuesta. Son los ojos remojados en alcohol de la viuda del entierro y el llanto de la amante escondida entre tinieblas. Es la tierra atragantada de secretos, enviando gusanos al oscuro para borrar sus huellas. Es el cielo y sus colores, reflejo de la agonía de una vida perdida. Otra vida, otro ardor, otra historia sin contexto. Una vez más, la batalla de fogueo superando a la guerra y la revancha de los sanos relinchando burlones que perdimos. Perdimos... Es la luz de la noche confundida entre el verde y la paz de lo nuevo apareciendo en el monte. Son los días que pasan y las horas que cuento, las personas que hablan y sus almas mintiendo. El corazón del fuego y los pasos cansados del viento chocando contra la piel del rendido. Es el latido, es el clamor del latido. Ola de vida incansable. Incansable. La luz que atraviesa las paredes naturales bajo el cielo parece querer cambiar la dirección del mundo; mientras yo, de espaldas contra el césped, espero palabras que pronto me alejen de la desesperación.
Las busco entre las hojas, que iluminadas por el sol, son más intensas y claras. Las busco temprano. Las busco a la tarde. Sé que están cerca a mi, ocultas en el espacio que dejaste entre el aire que respiro y el calor del verano, entre el viento caliente que sin prisa cruza cerca a ellas. Desde arriba y hasta aquí, donde la tierra me absorbe, donde la noche me cae. Sé que están, acarician las ramas y tocan a ojos cerrados la vida que se posa en ellas. Escondidas observan el tiempo pasar en mi piel, caminan mi cuerpo y descansan en él justo ahí, donde a veces te perdías. Llenas de esperanza, llegan hasta mi en el tiempo y parecen decir tu nombre, que como toda palabra ajena, se va pero regresa. Las espero de nuevo en la mañana, pintadas de color tierra. Las espero a la tarde. Un cordón de plata le permite viajar a otros mundos sin temor a perderse.
Se aleja del origen hasta el borde del dolor. Hasta casi morir de nostalgia; y vuelve, malherida y de rodillas a lavar los pies de sus fantasmas Rendida ante lo que nunca pudo ni podrá vencer. Una ola de tierra fértil la cubre en sueños, fundiendo su piel en el centro de una ofendida realidad Donde lo crudo es común. Donde no hay luz ni música de fondo. |
autoraTextos cortos, prosa poética y poesía. Archivos
April 2024
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