Hablamos diferente pero reímos igual. Miramos distintos paisajes pero soñamos con el mismo campo. Caminamos diferentes calles pero vamos al mismo lugar.
Y aunque en mi mundo la tierra tiembla y en el suyo, el cielo llora, sentimos la vida con la misma intensidad. Aunque su invierno hiele y el mío abrigue, respira profundo como yo cuando estamos juntos. Y me mira mientras duermo y lo busco cada noche. Miramos distintas caras pero entendemos una sola realidad. Luchamos en guerras diferentes, pero nos encontramos tras cada batalla. Aprendimos a amar distinto, aprendimos a huir distinto, pero deseamos lo mismo y solo conocemos un escondite. En sus brazos no busco, en sus ojos no espero. Y aunque aquí los días corran y en su espacio se detengan, no habrá tiempo ni distancia. Ni habrá espera. Porque somos diferentes, pero amamos igual.
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Todo va a seguir igual después de esta noche:
Los abrazos falsos, la palabras ocultas, los deseos incumplidos y las miles de preguntas sin respuesta que acechan mis mañanas cuando vuelvo a andar. Tus ojos clavados en mi espalda cuando te sueño sin verte y la duda intensa, que más que duda es culpa. Las palabras de aliento saliendo de bocas que recuerdan pero no sienten y las risas de niños perdidos intentando rescatarme del vacío que dejaste. El olor de tu ropa despidiéndose de mi lentamente y el silencio cobarde de tu voz al marcharte. Todo va a seguir igual: incluso el miedo y el recuerdo del frío que sentí esa noche de julio cuando viniste a buscarme. Las huellas en el suelo que pisamos juntos y la luz que formaba mi sombra al abrazarte. Parecía el fin del mundo cuando te fuiste. El final de un sueño recurrente que de tan perfecto se hace cierto y la muerte agachada en una esquina, pidiendo perdón por llegar tarde. Todo seguirá igual mañana cuando amanezca el día y mis brazos te busquen de nuevo, cuando te recuerde amigo y amor, cuando te extrañe como ayer, cuando vuelva a doler no tenerte y reconozca que no hay fin después de amarte. Son las voces del aire gritando condena y las luces desde lo alto atacando ciudades.
Son las manos de los árboles comandando revueltas y los pies de una sirena convertida al placer. Es el sol de una mañana de invierno y ese frío compasivo que nunca toca mi piel. Es la tinta del silencio, es la muerte, es la vida, es la excusa de un martirio y la palabra atrapada entre el jardín y el viento. Es el compás del tiempo, impacientando al lento y la tranquilidad del cielo, revelado al soñador. Es la causa inconclusa de una vida que se acaba y el poder de una mirada entre la música. Mil motivos desechables, producto de instantes que hoy recuerdo. Memorias formando sensaciones sin nombre. Dame vida para abrazarlo,
para un día de pronto dejar de desearle y al otro amarle de nuevo. Para verlo de veras, perdido entre la luna que despierta y el sol que lo amasa en sueños desde lejos. Dame vida para temer su abandono, para esperar sin querer la partida y luego volver a confiar en sus ojos. Para esconderlo en mi espalda cuando se equivoque y pedirle que sonría cuando me esté yendo. Para verle del todo, sentado en la sala contándome historias de amor. Para extrañarlo cuando imagino mi cuerpo saltando al vacío, donde amarle no duele. Dame vida para temerle, para sentir mi corazón latir y mi piel gritar. Para doler en él y escucharlo hablar. Para aprender canciones y odiarnos a veces. Para hacer planes, para deshacerlos. Dame vida para verlo. verlo de veras, verlo del todo. No es perverso no considerarte amigo.
Ni dejar de esperar verte pasar cerca a mí cada tarde. No hay culpa al engañarte, ni al abrazar tus pesadillas sin querer salir de ellas. No hay desdicha en no pensarte. No es triste y no debe serlo. Porque te vas pronto y llegas tarde. Porque al volver buscas y ves, en el rencor de mil tardes olvidadas, la soledad de una realidad que agota y socava en mis entrañas todo lo que antes latía. Porque para qué mantenerte vivo, admirado, sentido... como un recuerdo que atormenta, pudiéndote entregar al tiempo y dejarte enterrado en mi. Es el músculo del alma el que no entiende su luto
y el vacío entre sus voces lo que oímos de ellos. Ellos, que cercanos al miedo prefieren vivir, mientras atrapados en el egoísmo de una pobreza dorada, se seducen y comparan. Caen flácidos al suelo envenenados con palabras vacías y reviven cada tarde en el tumulto de las plazas. Esos mismos que parecen haber conocido la dicha. Que sonríen en público y se golpean a solas, que en las formas se encuentran y en el fondo se apartan. Olvidan que hay luz en la sombra y el carisma de la gente el domingo por la playa; estas tardes de verano embrujadas por el fuego, los arándanos y la luna coronando el mar. Alguna vez se supieron ajenos en la noche y lo olvidaron todo. ¡Ellos son los perdidos! Los que se atreven a juzgar, los que sin rumbo, flaquean. Enemigos del silencio que antes gritaron venganza. Largas noches de espera hechas voz. Dos figuras sin definir hechas grito y quince días de distancia en el aire. Cuando la espera acabó vencieron al color negro de sus sombras lamiendo el dulce de sus pieles.
Abrieron las puertas para evitar el calor y dejaron entrar al viento que refresca cuando el amor cansa. Esos cuerpos inseparables serían pellejos luego. Y también cenizas echadas al mar. Quizás sus hijos se encargarían de esparcirlas por el puerto. Desearon en silencio aguantar la vida juntos y burlarla a escondidas, pasando el verano abrazados. Vencieron al tiempo, al ruido de los vecinos por la mañana y al no saber de los días. Él y ella, igual de perdidos. Serían pellejos luego, es cierto. Historias agradables de un pasado lejano. Veinte minutos más. Si pudiera escaparía.
Buscaría descalzo el camino hasta ella para empezar a perderlo todo: el viaje, las promesas, la expectativa de una vida lejos de esta ciudad que es suya y del bullicio sucio que tanto los espanta. El avión que no se mueve y la presión que lo mata. El deseo moliéndolo adentro, donde no hay nada. Si pudiera escaparía. Correría el pasadizo y lo olvidaría todo: lo que pasó y no fue, lo que pudo ser y no será nunca, los domingos soleados con su voz y la suavidad de su piel cuando se dejaba tocar. Pasa el tiempo y sabe que si pudiera, abrazaría su amor y su ansiedad, pediría perdón a los demás y les contaría... esas palabras duras que decían, la manera animal en que se olían y el eterno deseo de no tener que perderse nunca. Tres minutos mas. Escribe sus notas al viento temiendo a la muerte, retando al silencio y deseando correr hasta ella como quien busca el sol para no tener frío. Ignoraría el reclamo del éxito y abortaría sus sueños. Piensa lento. El motor se enciende. Ya no hay tiempo. Lo perdería todo. Huele a desastre sin ella. Si pudiera escaparía, pero no le pertenece. Desde el aire la desea. En el cielo le teme. A veces no tengo fuerza.
El recuerdo de tu voz sorprendida y esa duda que rechina entre tus dientes cuando preguntas "¡¿Qué quieres?!" como si no lo tuviera todo en tus ojos: el frío del invierno amenazante y la luz de la tarde que es nostalgia en la tierra. A veces no tengo fuerza y me cuesta contarlo. Y en la noche que vibra y en el día que calma, invoco al mar que te extraño. Canto a la dama siniestra canciones de desengaño, cuento la historia oscura, lloro a la muerte y lluevo a la vida. ¡Tu vida! A veces no tengo fuerza y prefiero negarlo. Absorbida por el poder de la niña dura, que espantada por el viento, se mira en un espejo roto. Me posee el viejo ímpetu de la desesperación y con la crueldad bañada en rojo, me entrego a un espacio infinito de mágica irrealidad. Como una bala entre los ojos es el miedo
Como todas esas palabras que mi mente crea Y mi cuerpo prefiere no contar No por privacidad Ni por arrogancia Sino por pereza Como una bala que arranca la piel y el sentido Que pica Que rompe Que inquieta Como todo eso que suena a mi alrededor y mi mente prefiere no escuchar Como un golpe inesperado en el punto justo Donde acaba el hoy Y la vida se acorta Donde el deseo sonríe Y ante la duda Nace la confianza Como una bala que llega A través de un espejo que imita mi voz sin grito Y pide una oportunidad Como todas esas rosas blancas marchitas Como todas esas noches de soledad, contigo. |
autoraTextos cortos, prosa poética y poesía. Archivos
April 2024
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