¿Es atrevido escribir sobre un país en el que nunca estuve? Intenté no hacerlo porque me criaron las monjas y lo de ser atrevida se supone que está mal. Lo intenté y lo intenté, pero no pude: Así que ayer, a eso de las 3 de la tarde, cuando mis ideas empezaban a ordenarse después de dormir como una morsa, leí que en Bolivia ya no hay Mc Donalds. En la nota hacían referencia a un vídeo documental donde, después de consultar a todo tipo de profesionales súper interesados en esta cagada de tema (¿?) se concluía que la razón por la que ya no se podía comer Big Mac en Bolivia era que simplemente la cultura del país no había hecho clic con la modernidad de tan maravillosa creación de la evolución humana. Los de Mc Donalds, pobrecitos, lo intentaron todo: hasta pusieron salsas autóctonas a sus hamburguesas para que los bolivianos se las comieran. Pero según el análisis, los indígenas se resistieron por no saber apreciar las delicias del primer mundo. Yo, repito, nunca fui a Bolivia, y lo poco que sé es Titi para Perú y Caca para Bolivia, chiste malo que te repiten hasta quemarte el cerebro cuando eres niño. Siempre me pregunté si les dirían lo mismo a los niños bolivianos: Titi para Bolivia, Caca para Perú. Seguro que sí. En fin, se fue Mc Donalds de Bolivia. ¿Me da alegría? ¿Orgullo regional, quizás? ¿Cómo te sientes, Daniela, con esta noticia? me pregunté a mi misma ahí tirada en la cama apestando a cigarro. Pues... no lo sé me respondí, pero curiosa seguro. Me dormí un rato más y soñé que cruzaba el Titicaca nadando entre animales gigantes, llegaba a la orilla en territorio peruano donde me esperaba Ronald McDonald malvestido, triste y cagado de frío, con una bolsa grande llena de McNuggets que gritaban con voces de ultratumba: Cómeme, cómeme, cómeme. Del cielo empezó a caer salsa de ají y todos nos desintegramos lentamente. Cuando me desperté recordé que una vez hace muchos años en Lima, conocí a una boliviana, amiga de una amiga. La llevamos de turisteo por Larcomar: una tía de metro ochenta, rubia de revista, guapa y con todos los pelos en su sitio. Aburridísima. Hablaba mitad alemán, mitad español porque buena parte de lo que decía eran apellidos familiares: Es que en La Paz, mi tío Frederick Wittgestein se casó con la hija de los Oppenheim y montó una fiesta que… en fin, una pija de mucho cuidado. Si fuera por ella, que resucite Hitler y extermine a todos los nacos de su ciudad porque aj, ¡esa gente es lo peor! Después del paseo con la boliviana llegué a mi casa con más ganas de vomitar que si me hubiera comido tres Mc Pollos. Estoy segura que esta chica a la que jamás volví a ver, se sintió triste cuando se enteró de esta noticia. Estoy segura de que odia a Evo Morales y sus jerseys de lana de colores. De lo que no estoy tan segura es de lo que dicen los medios sobre el tema. Y como no les creo nada, me puse a rebuscar entre los comentarios de la gente al respecto. Algunos decían que no se trata de una falta de apertura por parte del pueblo boliviano, sino que simplemente los precios eran excesivos. Otros dijeron que la realidad es que en el país se vive un rechazo brutal a lo norteamericano por parte del Estado y que es esto lo que anima la retirada de compañías gigantes como esta o la Coca Cola. Motivos válidos o no, nunca sabré cuál fue la razón porque seguramente fueron varias. El caso es que me jode, me jode y rejode profundamente que se esmeren en decir que el motivo por el que McDonalds no funcionó en Bolivia es la falta de "algo" en la gente de ese país. ¿Falta de qué? Falta de nada. Púdrete Ronald Mc Donald.
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April 2018
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