Es realmente odioso no poder encontrar el momento perfecto para escribir. Se siente como cuando un viejo acumula montón de cosas en una caja en el jardín; cosas buenas, malas, raras... pedazos de vida que, cuando llega el verano, se calientan y empiezan a coger olor.
Sugería un querido compañero de batalla, que podría escribir sobre mi bloqueo. Suena a terapia psicológica hablar de bloqueos, suena a técnico, a aburrido y me pone de mal humor. Especialmente porque, desde mi humilde experiencia personal, para escribir no hay bloqueo que valga. En esto es todo más simple: si no escribo es porque me da pereza y punto. También porque sentarse a escribir es más que sentarse a escribir, pero sobre todo, porque cuesta. Es como hacer que el viejo saque cosas de la caja; sin saber con qué se va a encontrar porque quizás ya ni se acuerda o si le va a dar asco tocar algo podrido. Dicho así y teniendo en cuenta el poco tiempo que le queda de vida, es posible que le dé por pensar que se trata de una tarea inútil y entonces no lo hace. Nada de bloqueo, yo lo que tengo es pereza. A mi escribir me cansa, no me relaja. Me cansa, me cansa y me excita. Una excitación bien distinta a la de este último fin de semana, por cierto. Seré breve. Beso chica - chico VS Beso chica - chica El sábado, tras ser traicionada por una de mis mejores amigas (o mejor dicho, por la lengua larga de una de mis mejores amigas) acepté salir con un chico varios años menor que yo. Tomamos algo y bailamos mucho. Preguntó cuál era el sueño nocturno más traumático que había tenido hasta el momento. Al devolverle la pregunta dijo que a veces soñaba que mataba gente. Luego aclaró que es algo bueno tener pesadillas porque sirven como válvula de escape para quién-sabe-qué cosas que deberían ser tratadas por profesionales. Es decir, que los malos sueños son en realidad un ahorro y el peor de los competidores de las clínicas de salud mental. Nos despedimos en la puerta de mi casa. Me quité la ropa y le mandé un mensaje de agradecimiento poco inquietante. Respondió que quería regresar a mi casa y darme un beso. Me reí y unos minutos después estaba de regreso, así que me vestí y salí a esperarlo. La promesa de un beso tímido se convirtió en tres besos tímidos y luego se fue, contento, como pude descifrar de los cohetes que utilizó para acompañar su mensaje de buenas noches enviado por Whatsapp. El domingo resolví la cuestión de la "lengua larga" entre lágrimas y promesas y empecé la tarde con un poco de frescura. Después de almuerzo, me llegó un mensaje de una chica, casi amiga, digamos, para confirmar si nos veríamos más tarde. Había olvidado completamente que tenía una cita con ella, pero le dije que sí, que viniera cuando cayera el sol. Y así fue, apareció puntual y con un perro. Caminamos por más de una hora. El viento fresco era un alivio en plena ola de calor africano y su pelo rubio ensortijado me tenía algo desconcertada, no sé por qué. Eran casi las once y estábamos sentadas en el sillón. De pronto y repito, de pronto, se acercó para besarme. Y dijo: "solo si te va". El perro se intentó unir a la fiesta, pero no se lo permitimos. No sé dar un ganador a este versus. No puedo afirmar qué sentí, ni con chico ni con chica. Quizás mañana tenga menos pereza y consiga sacar de mi caja del jardín algunos detalles.
0 Comments
Leave a Reply. |
Archiv0s
April 2018
la vidaTextos cortos sobre la vida cotidiana. Categorias
All
|