Las discotecas pijas son igual de pijas en todos los países. Asumo que hay diferencias y niveles de pijerío, pero para mí es todo el rato más de lo mismo: colas de espera interminables aunque el sitio esté vacío, guardianes de entrada que parecen disfrutar de su trabajo sólo cuando dejan entrar a sus amigas de turno, modelitos similares aquí y allá. En fin, un circo lleno de colores, lentejuelas, iphones y mucha coca.
Debe ser que para mi todas son iguales porque no soy parte del grupo, no conseguí nunca igualar el tono de voz de los ricos y nunca llego a fin de mes con suficiente "cash" como para ir a comprar ropa cara porque me gasto el dinero en desayunos magistrales y vino. Culo e hígado cuidados por igual. Pero, a pesar de esta carencia, mi capacidad de observación es suficiente para detectar perfiles discotequeros y les aseguro que el tema da para un post, o dos si me pongo. Ya veremos. Llevo meses dedicándome a subir a las zonas altas de las pistas de baile de los clubs más "super guays" de Barcelona fingiendo que estoy dándolo todo, con la digna finalidad de confirmar mis hipótesis sobre algunos seres de la noche. Abro paréntesis: para los poco entendidos, las zonas altas son esos espacios pensados para que los cazadores de borrachas detecten a su presa con más facilidad y eficiencia. Para presentar mi primer perfil discotequero les haré una pequeña consulta: si vas a una discoteca, vas a bailar ¿no? y si vas a bailar, entonces necesitas moverte... si has de moverte, ¿por qué carajo te pones zapatos que te lo impiden? Respuesta: Eres un bailarín zombie. Comprobé la existencia de estos la semana pasada en un afamado club de la ciudad. Lo primero que pensé es que la gente usa zapatos tan descaradamente incómodos que se convierten en zombies, todos hacen los mismos pasos de baile que consisten en mover ligeramente el cuerpo para aparentar que están bailando pero sin pasarse. No dejan de estar ligeramente emocionados pero no lo suficiente como para demostrarlo y mantienen todo el tiempo un gesto de casi-que-quiero-reír-pero-me-matan-las-patas. Algunos tienen arrebatos de vitalidad, quién sabe porqué, entonces se arrancan a levantar una mano en señal de aprecio al DJ. Inmediatamente después el dolor de pies resurge y ellos vuelven a su estado natural de ultratumba. Ustedes se preguntarán que cómo es que los pude distinguir y yo les cuento, fue muy sencillo, me fijé que en las discotecas la gente es más alta que en la calle o en el metro; esto ya me hizo sospechar. Luego procedí a establecer contacto con ellos en su entorno natural y así descubrí que aunque los empujes, no se inmutan. Además, si los miras a los ojos notarás que todos tienen el mismo aspecto, como de pesadez de cuerpo, lo que me hizo pensar que quizás sea otro de los efectos de su transformación. Otro perfil discotequero es el del estilista. Los estilistas son gente especial sin ningún tipo de clemencia por la humanidad. Se les conoce como la mano dura del glamour. Personifican el temor de cualquier padre de familia que se preocupe por la felicidad de sus hijos feos. Su labor es hacer mierda a la gente que ellos consideren poco agraciada. Un estilista es una persona con mirada atenta dispuesto a destrozar la autoestima de cualquiera por un salario regular de trabajador de la noche. Los reconocerás parados en la entrada de la discoteca con sus abrigos de piel y resguardados por los "puerta". De piernas flacas y gesto sutil de pasarela de NY, tienen una facilidad natural para mandarte de vuelta a casa humillado con sólo una mirada. Los más amables cuando te dicen no con la cabeza, te regalan una cuerda "por si te hace falta". ¿Cuándo la gente dejará de esforzarse tanto y empezará a divertirse de veras? ¿Cuándo la fiesta dejó de ser una FIESTA?
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April 2018
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