A pesar del tiempo que ha pasado sola, sigue estando confundida. Aparece en mi vida desbancando mis ideas, intentando cambiarlas, desatando mi ira. Me convierte en un fantasma, que procrea humanos llenos de quejas, encerrados en un mundo perfecto, que no son capaces de ver. Un fantasma que disfruta, sin ser persona; que tumbado contempla los muros que le separan de la fugaz realidad y espera alargar la dicha.
Han pasado años desde que la conocí, tormentosa coincidencia que logró cambiarlo todo. Una tarde de verano, de calores y sudor, me esperó hasta saciarme de vida y caí rendido a sus pies. Aparentemente era así, llena de defectos incorregibles, como debía de ser todo. Envolvente, desafiante, incontrolablemente bella. Sus palabras, en la voz falsa de una mujer que dice la verdad porque no conoce ninguna, consiguieron acabar con las dudas al respecto. No sé cuándo decidí ponerme a su merced, preparar mi cuerpo para cada sufrimiento nuevo, dejando de desear que acabase el dolor. Yo, un fantasma que pasea por campos iluminados y floridos, con los pies sobre una tierra compuesta de pedazos de mujer. Una sola mujer, que me convirtió en mentira. Las peleas, tan continuas, parecían una sola. Recordaba las palabras de un amigo, una oda a la paz, oraciones de la infancia... no había nada conocido que calmara tal herida. Una mujer herida, que no sabe a dónde va. Mi mujer herida, acabando con mis sueños, desfigurándome a pocos, excavando en el infierno, en busca de algo aun peor.
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November 2018
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