![]() He notado, desde hace algún tiempo, que los días pasan más rápido de lo habitual. Por la mañana, es mi propia voz la que promete que será una buena jornada, pero es duro ver que tan pronto viene, se va. He notado también, que al caer las horas, tengo mucho que recordar aunque siga haciendo lo mismo que hice desde siempre. Todo pasa igual de rápido o igual de lento, todo es problemático, riesgoso, intenso y terriblemente imparable. He sabido que las horas corren como antes y que mi piel sigue perdiendo el color del sol con la misma velocidad de cada invierno. He sentido a mi cuerpo cambiar casi tan rápido como a mi mente le ha dejado de interesar mirarlo. He visto lo cotidiano volverse frágil y lo maravilloso, imperceptible; casi tan ágil y casi tan suave como el principio de todas las historias que invento. He logrado vencerme y evitarme al comprender que es tan mágica la luz que llena mi despertar, como lo es la oscuridad que vacía mis noches de verdades. No sé cuándo empecé a acostarme deseando volver a vivir el día que se iba, pero he escuchado que, ni viviendo dos veces, llegaría a saciarme. La tormenta de la rutina es mi adicción, esa encantadora ida y vuelta de las horas que me pasan por encima y no regresan y toda la ansiedad que me produce pensar que no estoy haciendo suficiente aún sabiendo que nunca podría, por mucho que lo intentara. He aceptado que no tendré ojos ni fuerza para contarlo todo. Pero también he entendido que es justamente en esa decepción donde reside el más puro de mis amores: el que siente mi mortalidad por la vida que se le agota, el que me impulsa a seguir regalándome promesas imposibles cada mañana.
1 Comment
PATTY
11/15/2014 10:39:20 am
me gusto..........aveces sentimos que la vida pasa sobre nosotros ,o que dejamos pasar la vida, me suele aun suceder..........
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